¿Qué son los reflejos primitivos?
Son movimientos involuntarios y automáticos con los que venimos equipados desde que estamos en el vientre materno. Estos reflejos son imprescindibles para el nacimiento y supervivencia del bebé. Se encargan de que podamos comer, respirar y movernos.
Estos reflejos tan útiles durante los primeros años de vida, deben integrarse para dar paso a los reflejos posturales.
Hay que dar una segunda oportunidad al cerebro para madurar.
¿Casos a tratar?
Si estos reflejos no se integran y están presentes más allá de la etapa que les corresponde, nos encontramos con niños que tienen una sintomatología muy definida:
- Niños que no pueden estarse quietos, ni estar sentados sin moverse, ni siquiera para comer.
- Tienen muchas dificultades para aprender a leer y a escribir, y cuando aprenden la lectura es lenta y no comprenden lo que leen.
- Aprietan mucho cuando escriben y tienen mala letra.
- No controlan bien los esfínteres.
- Se asustan o enfadan fácilmente y no les suelen gustar los sitios ruidosos.
- No suelen desarrollar bien la motricidad gruesa ni la fina, por lo que no les gusta o les cuesta montar en bici, no nadan bien y algunos no son muy deportistas.
¿En que consiste el tratamiento?
Tras hacer una evaluación e identificar los reflejos presentes, no integrados, es recomendable realizar un buen programa de integración de los reflejos para que no afecte a su desarrollo.
La terapia consiste en unos ejercicios físicos muy sencillo y personalizados, que el niño debe hacer en su casa. Son sencillos, pero muy eficaces, deben realizarse todos los días, dedicandole unos 10-15 minutos, siendo la constancia fundamental para conseguir buenos resultados, y deben realizarse de una forma muy precisa.